miércoles, 23 de diciembre de 2015

Ayer recogí a mi Pelusa. Me la entregaron en una cajita de madera que deposité en el asiento delantero, como lo hacia con ella, pero esta vez, no estaba ahí para asomarse por la ventana. Era solo una caja conteniendo las cenizas de mi querida Pelusa.

Me encantaba llevarte a pasear en el auto. Al principio eras un poco problematica. Ladrabas a cualquiera que pasara por la ventana. Todo mundo volteaba a verte, primero se extrañaban de donde venia el ladrido, y luego sonreian. Tu sola presencia les hacia gracia. Eras pequeña, peluda y muy simpatica. Nadie se creia tu actuación, y en cambio te seguian con la mirada, siempre sonriendo.

Te encantaba sentir el viento en el pelo, por eso dejaba la ventana entreabierta para que pudieras sacar la cabeza. Luego de un tiempo, ya no te importaba la gente alrededor. Ya no les ladrabas, solo querias sentir el viento en tu pelo. Creo que a todos los perros les gusta lo mismo. Creo que todos los perros son como niños. Cuando era niño también me encantaba sentir el viento, pero yo no podía sacar la cabeza del auto.

A ti te encantaba eso, y muy seguido volteaba a ver como lo disfrutabas. Si estabas en el asiento trasero te veía por el espejo retovisor. Me preocupaba que la ventana del auto estuviera muy abierta y saltaras a la calle. Nunca lo hiciste, pero si llegaste a asustarme varias veces cuando sacabas medio cuerpo del auto.

Cuando te aburrias de ladrarle a todo mundo, te desplazabas desde tu asiento al mio. A veces era dificil de conducir contigo encima. Insistias en sacar la cabeza por la ventana y era verdaderamente gracioso verte. Creo que esa era la parte que más te gustaba. Tenía que abrazarte para impedir que te movieras hacia afuera más de lo debido. Y así continuabamos el viaje, tu en mi regazo, con la cara al viento. Yo abrazandote y multiplicando mis sentidos para poder conducir seguro.

Ayer fue diferente. No te moviste de tu lugar, y ahí seguiste todo el camino de regreso a casa. Deseaba abrazarte; deseaba sentir esa felicidad que era compartir tu espacio, pero ya no estabas. De vez en cuando volteaba a ver tu urna, ahí, colocada sobre el asiento, como cuando viajabas conmigo. Y esta vez, llevarte de regreso a casa tuvo un sabor amargo. Estabas conmigo de nuevo, en casa, pero a la vez ya no estas.

Ya no te llevare a pasear. Ya no te vere sacar la cabeza por la ventana. Ya no habrá más niños que al oir tu ladrido señalen con el dedo y digan "que preciosa perrita!". Creo que por eso no te creían: eras muy linda!. Y te veias muy simpatica con tu lengua asomandose de tu boca. Ya no habrá más salidas contigo. Ahora que no estas me pareces más valiosa.

domingo, 20 de diciembre de 2015


Este blog lo dedico a la memoria de mi amada Pelusa! Te extraño tanto! Y no me acostumbro a tu perdida.